Autor: Jesús Andrés Aranda
...Y si acá volvieses
cual siervo de mis caprichos y reclamos
no llegues con solo tres machos cabríos
y mil estupideces.
Llega de rodillas, sumiso ante tu amo
tras quemar el arca de la alianza
y tendrás todo el poder que un diablo alcanza.
Azazel comenzó a agigantarse
su figura luminosa empezó a transformarse
en una nube obscura y apestosa.
Y todo el desierto hedía a azufre.
Azarías, de rodillas, sin poder incorporarse
temblaba temeroso.
¡ Sufre maldito hebreo! ¡Sufre! ¡Sufre!
hasta que vuelvas a mí con todo tu rebaño.
Reniega totalmente de tu Señor.
Yo soy quien soy, el angel del hedor
el rey del desierto que concede las victorias.
Sométete a mi, cretina escoria.
Yo te daré la inmortalidad
Serás famoso ante la historia.
Yo soy el macho cabrío
que comen todos los mortales
desde tiempos ancestrales.
Soy el Gran Shaitán del bien y el mal
que reinaba en las arenas de Arabia.
Soy Satán, Satanás,Luzbel, Lucifer.
Mefistófeles
El genio invicto de todos los tiempos
Soy el espíritu de las palabras sabias,
el monarca de las guerras
del odio y las venganzas.
Pero de momento,
cuando Azarías, disminuído y asustado
más que caminar corría
y mas que correr volaba
oyendo el verbo perverso de aquélla voz
que le humillaba, le seguía
y le hacía sentir acorralado
una zarza enorme de fulgor flamante
brotó en medio de la tundra desolada.
Una mano poderosa, acrisolada
se volvió antorcha viviente
fuego consumidor que todo lo alumbraba.
La nube obscura que a Azazel rodeaba
comenzó a diluírse en el espacio,
a perderse velozmente en el ocaso
buscando cobarde las penumbras nocturnales
rodeado de sus huestes de malditos seres.
Y entonces descubrió Azarías que aún siendo rey
siempre sería el servidor del Rey de Reyes
¡Alabado sea el Señor! Exclamó Azarías.
Bendita sea tu soberanía divina
que turba a los hipócritas y salva
a los que siguen la verdad a cada instante
temiendo caer en servidumbres denigrantes.
Y cuando el ruido de los cascos
de los machos cabríos seguidores de Azazel
perdiéronse al atravesar las puertas del infierno
Jesús con una sonrisa sublime
terminó su declamación de la noche.
-Escrito en Caguas ,el hermoso país de la buena gobernanza.
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