sábado, 31 de diciembre de 2011

EL BUDDHISMO NO ADULTERADO (SIMPLIFICADO) - PARTE III -



Por Jesús Andrés Aranda Valdés.
Voy a escribir con el estilo literario de un cuento, un pasaje de la vida del Buddha que sus adherentes consideran como una realidad. Yo no la niego, la narro como páginas preciosas acaecidas en la vida de este hombre santo, según la han transmitido hasta nuestros días panegiristas de gran honestidad intelectual, conocedores de las tradiciones del buddhismo.
                                                    
                                              EL SABIO SAKYA SE INTERNA EN LA SELVA
El Príncipe Siddharta demostró sabiduría desde su niñez. Pero siendo ya jóven, cosas extrañas acaecieron que le impulsaron a abandonar la vida mundana de su familia y sus palacios. Un deva le interrumpió el  paso cuando avanzaba raudo en su carruaje a través de sus campos. Y esta no fué la única aparición. Hubo tres más en las cuales tomó formas diferentes.
¿ Quién eres ? Preguntó Siddharta al deva con apariencia de anciano decrépito. Este se mostró asustado y sin contestar le dió la espalda al Príncipe, el cual por haber vivido rodeado de lujos y bienes materiales, no había conocido la pobreza con anterioridad.
En una segunda ocasión el deva se transformó en un personaje muy enfermo que pasó arrastrándose ante la vista del jóven, en los predios de la realeza. Los guardias no se explicaban como pudo atravesar  los muros palaciegos. Siddharta nunca había visto a ningún ser humano así de sufrido y cuando decidió acercárcele, los guardianes alejaron al súbdito cubierto de llagas supurantes.
- Esperen...esperen...clamó Siddharta. Pero aún siendo príncipe no se le pudo atender. Habían órdenes precisas del Rey a toda la soldadesca: -Ustedes deben evitar por todos los medios que mi hijo se entere de las miserias de las gentes y de la angustia de las muertes. Debe ser totalmente feliz dentro de los jardines y habitaciones del palacio, hasta que yo decida cuando será el momento de que conozca situaciones diferentes.
Pero no todo terminó ahí. El deva tenía la intención de estremecer la conciencia del príncipe hasta sus más recónditos abismos. En una tercera ocasión entraba éste en compañía de dos de sus sirvientes al establo donde un arriero cuidaba las bestias. Se acercó al cubículo de su caballo blanco preferido llamado Kanthaka. Abrió el portón y sorpresivamente tropezó con  el cadáver del viejo arriero Simbasic, el cual desde niño tanto le amó. Estas experiencias crearon una profunda compasión en el jóven, el cual pidió a su padre Suddhodana que le permitiera pasear por los cerros aledaños al palacio.
- Sal le dijo, pero te acompañará tu sirviente Channa. Acto seguido llamó al sirviente instruyéndole así: " Mantente cerca mientras anda por ahí, pero no le permitas llegar a ninguna de las aldeas vecinas o que hable con persona alguna.". Pero de nada valieron las advertencias del Rey. Al adentrarse entre unos riscos escarpados encontraron una cueva resguardada por una carpa de hojas de palmeras.
- Te esperaba Noble Príncipe, expresó un apacible ermitaño mientras que amo y sirviente no salían de su asombro.   -¿Que sabe de mí para esperarme?. - " Sé lo mismo que ya sabes. Fuera de las murallas de tus palacios y más allá de las montañas que sobrepasan los poderes que ejerce tu padre hay sufrimiento,enfermedades, ancianos sin amparo y muertes prematuras. Y tú estás  llamado a guiar  muchos pueblos por el camino de la libertad y brindarles conocimientos que traigan mas paz al mundo." La conversación con el deva transformado en ermitaño fue determinante para los pasos a seguir por el jóven Sakya. Se estaban cumpliendo las predicciones de un grupo de astrólogos brahmanes sobre éste en torno a su nacimiento, y que una vez alcanzada la juventud renunciaría a su reino para convertirse en un Buddha. Finalmente, a pesar de los esfuerzos del monarca de Kapilavastú, para retener a su amado hijo como heredero del trono, nada pudo lograr para frenar los designios de las leyes kármicas que le convertirían en uno de los mayores Iluminados de todos los tiempos. Cierta noche, cuando todos dormían, Siddharta decidió abandonar  su opulento y resguardado hogar. Miró con ternura a su esposa Yasodhara y a su hijo Rahula quienes también dormían , y de inmediato corrió a los establos trepando sobre su hermoso caballo blanco que ya Chana habia ensillado. Las narraciones cuentan que los devas guías del príncipe adormecieron a los guardias de la entrada y abrieron sin ruidos las puertas.Con la ayuda de Chana logró llegar al río Anoma, bastante lejos de la tierra natal. Allí saltó del caballo, cortó su abundante cabellera con la espada, vistió una túnica amarilla que había pertenecido a un súbdito de palacio, con la firme convicción de que desde ese instante sería un asceta.Se desprendió de sus ropas tradicionales y de otras prendas, entregándoselas a Chana;. ordenándole que se fuera de vuelta y se las entregara a su padre el Rey. Comenzó un recorrido pasando por los territorios del Rey Bimbisara de Magadha  ; amigo de su familia. De ahí, se desplazó hacia los bosques de Uruvela, cercanos al templo Mahaboddhi. Durante un tiempo convivió con un grupo de ermitaños sabios de la religión hindú -de la orden Brahamánica- como discípulo. Estos, según explica el teósofo Henry Steel Olcott, pensaban que "...a través de severas penitencias y torturas infligidas al cuerpo del hombre, podría adquirirse la sabiduría perfecta . Pero no; El aprendió su sistema, practicó todas sus penitencias , pero a pesar de ello no pudo descubrir la causa del sufrimiento humano y el camino a la verdadera liberación."
Tras esta experiencia, Siddharta abandonó este grupo y se internó en una zona selvática acompañado por cinco de sus antiguos compañeros brahamanes. Pasó seis años allí en profunda meditación y siguiendo una estricta disciplina de vida.
-Cada vez ingiere menos alimentos y toma menos agua.,comentaban sus compañeros."Se sentaba largas horas meditando, concentrado mentalmente en los problemas mas importantes de la vida. Apartaba de su vista y oídos todo aquéllo que le interrumpiera en su profunda reflexión.".
Tan estóica fue esta etapa de su vida que "comía escasamente poco más de un grano de arroz o de ajonjolí cada día". Adelgazó demasiado y hubo una ocasión que mientras caminaba meditativamente,perdió sus fuerzas vitales y sus compañeros llegaron a pensar que había muerto.
La conciencia de quien más tarde se convirtiera en un Buddha había pasado por un crisol  de tremenda autorealización. Llegó el momento de percatarse que" la sabiduría no se puede alcanzar por el mero hacho de ayunar y de mortificar el cuerpo , pero que debe ser ganada a través de la apertura de la mente. Había escapado de morir de inanición y aún no había  llegado a obtener la Perfecta Sabiduría . Así que decidió comer para al menos poder vivir lo suficiente hasta llegar a ser sabio. Poco después culminaría sus esfuerzos  mediante unas experiencias que serán motivo del inicio del próximo artículo. Siddharta entró a la selva a los 29 años de edad y decidió no abandonarla ,hasta que finalmente logró su iluminación.
P.D./ Esta tercera parte del ensayo sobre Buddha fue redactado el 31 de diciembre del 2011, exactamente a las 12 M como un regalo de amor a mis queridos amigos virtuales de Internet. Deseo felices días venideros para todos.      Jesús Andrés Aranda Valdés

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