Las noticias y artículos aparecidos durante los pasados días en la prensa londinense denunciando a la empresa Adidas-Salomon AG por los excesos cometidos en diversas partes del mundo a través de sus operaciones son un refrito de algo que ya se conocía desde hace 10 años más o menos.
Quienes divulgaron dichas actividades antes que ningún otro medio fueron los periodistas investigativos K.Werner y H. Weiss a través de su obra titulada El Libro Negro de las Marcas.
No tengo la menor duda que de esta publicación se suplieron los actuales periodistas que escribieron sobre el mismo tema.
Tanto antes como ahora, esta poderosa corporación con sede en Alemania, posee subsidiarias y concesionarias en distintos países, pero donde más se han distinguido por sus abusos, ha sido en China, El Salvador, Indonesia y Tailandia. La empresa es miembro de un poderoso cartel industrial conocido por las siglas WBCSD, la cual contribuye a su dinámica expansión y al ocultamiento de sus abusos mediante campañas institucionales en el mundo económico y ante los gobiernos.
Adidas ocupa el segundo lugar en el mundo produciendo artículos deportivos. Es uno de los mayores suplidores de los mismos para el comercio en Puerto Rico. Sus ventas superan los 7000 millones de euros, con unos 400 millones de ganancias netas y una matrícula de 14,000 trabajadores.
Las principales acusaciones debidamente documentadas contra Adidas y sus concesionarias han sido las siguientes: Explotación generalizada a los obreros, abusos relacionados con el trabajo infantil, acoso sexual, desatención para la salud de sus empleados, y otras cinco o seis diferentes variantesde irregularidades permitidas a varias de sus empresas proveedoras.
En China a los empleados de esta empresa se lesimpone jornadas de trabajo de entre 60 y 84 horas semanales. En el Salvador se le acusó de emplear niños de hasta doce años de edad trabajando horas extras y haciéndoles dormir en el piso hasta comenzar su próximo horario de trabajo.Se le prohibía a las trabajadoras estar encintas, y a todos sus trabajadores cometer faltas de asistencia por enfermedad o intentar organizarse en sindicatos. Finalmente se fueron denunciando repetidos casos de acoso sexual.
En Tailandia durante los últimos años desde el 2002, una empresa subsidiaria ha provocado protestas airadas de unos 350 empleados porque los patronos le han debido sueldos y compensaciones ascendentes a unos 400,000 euros.Solo una tímida intervención del Departamento del Trabajo ha logrado hasta el momento una indemnización parcial. La empresa ha obligado a sus empleados a ingerir bebidas con antefaminas para que puedan trabajar horas extras hasta la media noche.
En el 2003 los empleados en Indonesia vencieron sus temores a represalias y protestaron porque durante años cobraban salarios de solo 2 euros al día. Muchas trabajadoras que decidieron sindicalizarse fueron despedidas e incluso acusadas ante las autoridades cómplices y encarceladas.
Se llegó a extremos inauditos de situaciones de mujeres que deseando ausentarse del trabajo por motivos de menstruación se les ha exigido permitir exámenes ante médicos de la empresa para comprobar las hemorragias.
Finalmente, Adidas ha sido denunciada por comprar cantidades exhorbitantes de pieles de canguro a precios ridículos, a los fines de fabricar mucho del calzado de fútbol. Esto ha disminuido la población de dichos animales. Adidas ha negado estas acusaciones y no se ha podido comprobar si es que ha desistido de dichas acciones o si por el contrario continúa haciéndolo a través de agentes no identificados.
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